Para cumplir la meta

El reciente informe del Panel de Cambio Climático de las Naciones Unidas concluyó que, si se quiere cumplir la meta de un aumento no mayor a 1,5 grados de la temperatura en el planeta, habría que disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 45 por ciento para el 2030.
Una eventual solución a la reducción global y decisiva de las emisiones en los próximos años pasa por la ciencia y la innovación. Acompañada por el desarrollo de las energías renovables: una reducción del 60 por ciento de las emisiones de CO2 en el planeta dependen directa o indirectamente del desarrollo de una gran revolución tecnológica de los sistemas tradicionales de almacenamiento: las baterías.
El 14 por ciento de las emisiones de CO2 nacen del transporte, principalmente de aviones, camiones y buques de carga. La solución para terminar con ese porcentaje está en el uso comercial y masivo de baterías que reemplacen la combustión fósil tradicional.
El 25 por ciento de las emisiones de CO2 nacen de las fuentes de generación térmica, principalmente carbón y diésel. Sin perjuicio del desarrollo de fuentes de energía renovables, tradicionalmente se han utilizado los combustibles fósiles por su confiabilidad como aporte al sistema, proveen energía a toda hora y en los momentos de escasez pueden responder rápidamente a una contingencia. Las energías eólicas solucionan parcialmente el problema, las hidros cuando hay suficientes niveles de agua y la solar solo de día. Cuál es nuevamente la panacea para garantizar la confiabilidad en el sistema: las baterías. Sistemas de almacenamiento que garanticen una provisión constante y estable de energía a la red.
La industria aporta 21 por ciento de las emisiones de CO2, a través de la producción de cemento, acero y plástico. Sus procesos productivos conllevan grandes niveles de energía que se podrían obtener través de biomasa o energías renovables, para lo cual, indirectamente, el almacenamiento de energía juega un papel preponderante.
Sin embargo, la gran piedra de tope para el desarrollo masivo de las baterías está en su densidad, durabilidad, seguridad y costo, para que estas sean competitivas en costo a las fuentes tradicionales y contaminantes. Hoy, centros de investigación y laboratorios en universidades de China, Japón, Europa y Estados Unidos están liderando el desarrollo de nuevas y mejores fuentes de almacenamiento de energía, basadas en litio, aluminio e hidrógeno.
Una reciente publicación de la revista Science Daily compartió la noticia de que un equipo de investigadores de la Universidad de Shinshu, en Japón, ha logrado mejorar las capacidades de baterías de ion litio a través de la estabilización de las capas superiores de las mismas. Tradicionalmente, la operación en altos voltajes de estas baterías provocaban una descomposición oxidativa de la superficie de electrodos, afectando su rendimiento y durabilidad. El uso de un nuevo tipo de silicona ha permitido conducir iónes de litio y electrones conservando su composición atómica, contrarrestando los efectos negativos de estabilidad, y se espera que al 2022 esta nueva tecnología tenga un uso comercial.
Por otra parte, recientemente, Bill Gates anunció una alianza entre la Comisión Europea y el Fondo de Inversión Breakthrough Energy Ventures, denominado Breakthrough Energy Europe. Entre sus objetivos, hará un aporte de más de un billón de dólares para unir esfuerzos de empresas junto a laboratorios de investigación, con el fin de masificar el uso y comercialización en el mercado de soluciones de almacenamiento duraderas, confiables y accesibles. Y, lo más importante, que permitan una reducción relevante de las emisiones de aquí al 2030.
Por: José Palma Tagle.